Los fantasmas viven
Se alimentan poco y leen
pero mas que nada, observan
No son almas, no son ex humanos
Son deseos, que disfrutan sentarse en el pasto
y arrancar alguno que otro sin razón
No escuchan pero son excelentes lectores de labios
Una vez, una fantasma me susurró justo antes de dormirme
Y sentí que caía, acostado, casi sin cuerpo
Me cuesta recordar lo que dijo
Pero era algo corto
Como dos palabras escapando en un besito
Nunca había sentido la piel de gallina en la sien
Quizá sopló un poco mientras decía…
“Soy yo, Darío”
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